Es curioso el mundo en que vivimos. La nueva sociedad occidental, grandes núcleos de población concentrados en espacios reducidos, ordenados, todos, en bloques de cajas de hormigón, controlados, con un nº que nos identifica, marcados como reses, productos del sistema en el que nos tocó nacer.
Rodeados de enormes vallas publicitarias, monumentales moles tangibles que nos estimulan, anfetamina para los sentidos que nos hace bufar, dilatando nuestras pupilas e incitándonos a consumir química sistemática que camuflan con naturalidad.
Carne aún viva y latente, pero en realidad tan putrefacta, que camina, momificada a base de carroña farmacéutica y psicología barata.
Cerebros pútridos y malolientes demasiado atareados como para recapacitar...
viernes, 21 de noviembre de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario